27 nov 2024

Vivienda pública e innovadora

Vivienda en el área metropolitana de Barcelona 2015-2024
Marta Poch (ed.)
Àrea Metropolitana de Barcelona, 2024

El Instituto Metropolitano de Promoción de Suelo y Gestión Patrimonial (IMPSOL) del Área Metropolitana de Barcelona acaba de publicar este jugoso volumen que reune sus proyectos de vivienda de los últimos 10 años. Pocas entidades públicas promotoras de vivienda del ámbito nacional pueden presumir de un catálogo tan interesante arquitectónicamente como este.




Para empezar, sería difícil hablar de la arquitectura de la vivienda contemporánea de los últimos años sin referirnos a alguna (si no a varias) de las promociones que están contenidas en esta publicación. Y lo mismo podría decirse de muchos de los equipos que han aportado sus proyectos o incluso sus propuestas a los concursos convocados por el IMPSOL. La lista podría empezar con el proyecto de 85 viviendas en Cornellà de Peris+Toral Arquitectes; o con el bloque de 79 viviendas en Sant Boi de Estudio Herreros y MIM-A. Seguro que mencionaríamos también las 136 viviendas en Gavà de Harquitectes, o las 40 viviendas en Sant Feliu de MAIO, todos ellos proyectos que han destacado -y han sido premiados- por su carácter innovador. En algún momento, ojeando la publicación, también nos cruzaremos con proyectos de Flexoarquitectura, Calderon-Folch, Carles Enrich, Cierto Estudio, DATAAE... En definitiva, buena parte del panorama contemporáneo más destacable de la arquitectura barcelonesa.

La representación de los proyectos se hace de manera cuidada, con plantas tipológicas que permiten la comparación, y con atención específica a cinco características identificadas como patrones reconocibles en muchos de los proyectos: la cocina integrada, las habitaciones genéricas, las estancias enfiladas, los espacios intermedios climáticos y los espacios intermedios sociales. De alguna manera se reconoce un cierto giro en la orientación de los objetivos de las promociones y ello tiene un impacto específico en los modelos tipológicos, muchos de los cuales pueden considerarse especialmente innovadores. 

La integración posible de la cocina en el espacio de estar, la previsión de habitaciones de características equitativas para limitar las jerarquías de uso, o incluso la localización de espacios intermedios de socialización son condiciones que atienden sin duda a una perspectiva de género. No solo se desarrollan atendiendo al sentido común de la sociedad actual, sino que responden a las recomendaciones explícitas de la legislación vigende de derecho a la vivienda. Otras características, como la desaparición de los pasillos y la disposición de habitaciones concatenadas (algo que casi puede caracterizarse de tendencia a la vista de los proyectos), no parece que responda tan claramente a un retorno a los modelos italianos de enfilade, como tiende a justificarse por las inmediatas analogías formales (y cuyas implicaciones serían sumamente interesantes de discutir), sino que más bien parece el recurso necesario para maximizar la superficie de las habitaciones sin perder eficiencia en la ocupación global de la edificabilidad disponible. Por eso, debe destacarse el valor de la promoción pública en la integración de requisitos actualizados al momento en que vivimos, pero debe también cuidarse que la innovación necesaria no genere tipologías excesivamente formateadas por la aplicación excesivamente rigurosa de requisitos superficiales. 

Con todo, es de agradecer el esfuerzo del IMPSOL por demostrar con sus promociones públicas (y también con la pedagogía que hace a través de sus publicaciones) que las viviendas asequibles, eficientes energéticamente e innovadoras tipológicamente son una necesidad extremadamente emergente para la que la arquitectura es una herramienta mediadora indispensable.

David H. Falagán