12 may 2024

Arquitecturas poéticas del azar

Breve tratado del arte involuntario
Gilles Clément
Puente Editores, 2024

Escribe Gilles Clément que para aquellos que saben mirar, todo es arte. Fácilmente esta frase, precisamente la que da inicio a este ensayo, resume lo que sigue a continuación: nada más (y nada menos) que una posible taxonomía de ese arte involuntario que nos rodea y nos acompaña, pero al que hay que aprender a mirar.



El texto se estructura como un "intento de clasificación" de diferentes categorías de arte involuntario, algo que el autor viene a describir como el feliz resultado de una combinación imprevista de situaciones o de objetos organizados conforme a unas reglas de armonía dictadas por el azar. Tanto las categorías en sí mismas como la manera de mostrarlas son la expresión poética de una manera de mirar que Clément comparte generosamente.

Vuelos, acumulaciones, islas, construcciones, erosiones, instalaciones, huellas y apariciones son los sugerentes cajones de esta taxonomía. Fotografías que retratan estas situaciones instantáneas, pequeños dibujos que esbozan con escasos trazos el registro "científico" de sus composiciones, y breves textos que parecen descriptivos pero que se elevan a través de una sencilla trascendentalidad, son las herramientas con las que Clément es capaz de transmitir su manera de mirar.

El texto es casi una guía de viajes -para la mirada, pero no solamente- puesto que traslada al lector a lugares que son percibidos desde la sensibilidad de esas instalaciones y sucesos expontáneos que concentran su mirar. Dirige la atención a micropaisajes involuntariamente atractivos, poblados del pasar del tiempo, la naturaleza, los seres vivos, los sonidos o los olores. Definitivamente consigue una transformación háptica de la mirada.

Mentiría si negara que hay algo en la premisa de este argumento que estaría dispuesto a discutir largamente. Se trata de la propia naturaleza de la autoría del arte. Clément da por buena la consideración como arte de aquello producido expontáneamente por las circunstancias del territorio de lo humano. Sin embargo ahí desaparece la voluntad humana, que a menudo ha sido utilizada por definiciones canónicas para acotar el propio significado del arte. Acepto la licencia que se concede Clément, siempre que no nos haga olvidar que buena parte del arte nunca se convierte en una expresión involuntaria (ni voluntaria) de formas. El arte aquí no está en las formas, expontáneas o no, sino en la manera de mirarlas.

David H. Falagán