Beatriz Colomina
Puente editores, 2021
Hace ya más de un año que vivimos la pandemia de la COVID-19 y en todo este tiempo hemos sido conscientes -más que nunca- del protagonismo de la arquitectura cuando la enfermedad es un factor determinante. Beatriz Colomina rastrea esta relación desde el origen de la modernidad.
Hace ya más de un año que vivimos la pandemia de la COVID-19 y en todo este tiempo hemos sido conscientes -más que nunca- del protagonismo de la arquitectura cuando la enfermedad es un factor determinante. Beatriz Colomina rastrea esta relación desde el origen de la modernidad.
El catalizador de su análisis, y la hipótesis que da lugar al relato, es la conexión entre la enfermedad de la tuberculosis y la evolución de dos disciplinas obsesionadas con su tratamiento: por una parte la tecnología de rayos X, por otra la arquitectura moderna. A lo largo del texto vemos cómo la relación entre arquitectura y salud es mucho más compleja, como también lo es la relación específica entre arquitectura y rayos X.
La arquitectura y la medicina son disciplinas conectadas desde su propia existencia, como recuerda Colomina con el ejemplo clásico de Vitruvio señalando la salubridad como el objetivo principal de la arquitectura. El conocimiento de patologías y trastornos desde el siglo XIX conduce la evolución de la arquitectura moderna hacia un acondicionamiento de los espacios para la higiene, la iluminación, la ventilación... que también contempla las capacidades sanadoras propias de la propia naturopatía.
Desde su conocimiento, el impacto de la tuberculosis es singular y también lo es la respuesta arquitectónica, que convierte a los sanatorios antituberculosos en laboratorios en los que explorar la forma y el comportamiento de la arquitectura moderna. La autora nos traslada por las experiencias de Aalto, Hoffmann, Döcker, pero también por las páginas de La montaña mágica, la novela en la que Thomas Mann muestra la vida en estos lugares. Y recorre también la popularidad de la tecnología de rayos X como mecanismo de lucha contra la enfermedad, pero a la vez como metáfora infográfica (radiográfica) de la transparencia arquitectónica y nuevo paradigma de la exploración del interior desde el exterior.
En definitiva, se trata de un texto muy sugerente, que insinúa diferentes paradojas sobre las que reflexionar. Por una parte, si la relación entre salud y arquitectura responde a una evolución casi científica, cómo es posible que la investigación arquitectónica que explora la conexión entre el diseño de los espacios y la salubridad sea tan poco popular en la pedagogía de la disciplina actual. Por otra parte, si la tecnología de los rayos X habilitó una arquitectura de la transparencia y una redefinición de la privacidad, dónde acabará la privacidad con las tecnologías de Data Mining y la computación contemporánea.
David H. Falagán