Andrew Herscher
Puente Editores, 2020
Que la arquitectura tiene origen en el concepto de refugio es algo que no se pone en duda. Revisitando este concepto -y en particular el de refugiado- Andrew Herscher demuestra cómo la arquitectura nunca ha dejado de ser refugio, aunque, como la propia historia de los desplazamientos, no siempre ha sido visibilizado y reivindicado como tal.
Empezando por el final (no creo que a esto podamos llamarlo spoiler), explica Herscher cómo el "humanitarismo contemporáneo" se ha convertido en un cierto "capitalismo humanitario" (concepto confuso, engañoso, astuto y contradictorio, como todo lo que toca el capitalismo). Las nuevas "ciudades de refugiados" (Refugee Cities, 2016) proponen la construcción de campos para refugiados en contextos que permitan que a su vez puedan ser espacios de oportunidades económicas y productivas. En definitiva, una muestra más de la creatividad del capital para incluir en su paradigma competitivo las desgracias que él mismo provoca. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Herscher lo expone con claridad en este texto sobre geopolítica, exclusión, seres humanos y arquitectura.
La propuesta de este estudio tiene una coherencia sorprendente, que seguramente debería sacarnos los colores. Herscher rastrea los "tres espacios en los que han sido alojados los refugiados -la ciudad, la vivienda y el campo- desde el período posterior a la I Guerra Mundial, cuando el refugiado apareció como un fenómeno de masas global y objeto del derecho internacional, hasta el presente". El primero de los casos, la ciudad, ha sido la herramienta detectada cuando la población movilizada podía considerarse mano de obra aprovechable. El segundo, la vivienda, se ha utilizado cuando la identidad étnica del desplazado era asimilable a la del lugar de destino. El tercero, el campo de refugiados, ha aparecido precisamente cuando los desplazados no alcanzaban ese grado de aceptación.
Cuando el Estado imagina a los refugiados como parte de la fuerza laboral, la arquitectura para los refigiados deriva hacia las ciudades; cuando imagina a los refigiados como ciudadanía, la arquitectura deriva hacia la vivienda; y cuando el Estado no puede imaginarse a los refugiados ni como ciudadanos ni como trabajadores, la arquitectura deriva hacia los campos.A través de tres reveladores capítulos, Herscher expone las particularidades de cada proceso mostrando ejemplos que demuestran la importancia no percibida de tales sucesos en la historia de la arquitectura. No debiera sorprendernos su capacidad para disimular esta falta de atención, cuando, como el propio autor argumenta, la propia disciplina madre de la historia ha desatendido a menudo la construcción del relato desde los desplazamientos humanos.
David H. Falagán