Gestalten, 2019
[https://gestalten.com/products/ricardo-bofill]
Como todo lo que tiene que ver con la concepción arquitectónica de la postmodernidad, la figura del arquitecto Ricardo Bofill es tremendamente compleja, a la vez que fascinante. La monografía que publica ahora Gestalten proporciona una mirada panorámica sobre uno de los arquitectos más singulares del siglo XX. | As everything that has to do with the architectural conception of postmodernity, the figure of the architect Ricardo Bofill is tremendously complex, and fascinating at the same time. The monograph now published by Gestalten provides a panoramic view on one of the most unique architects of the twentieth century.
Formado entre Barcelona y Ginebra, Ricardo Bofill (1939) fue pionero en una aproximación multidisciplinar a la arquitectura. En 1963 promovió la formación del Taller de Arquitectura, integrado por personas técnicas, humanistas y creativas de diferentes disciplinas. Sus inquietudes políticas, sociales y culturales definieron el carácter de sus propuestas alternativas a la ciudad y a la vivienda contemporáneas. Su visión especulativa y utópica de la Ciudad en el Espacio se materializó en proyectos como el Walden 7, el Castillo de Kafka, el Distrito Gaudí o el complejo Xanadú (todos ellos en España), alternativas tipológicas a la agrupación espacial de alojamientos.
A partir de los años 1970, el interés por la morfología geométrica de las agrupaciones arquitectónicas se unió a una preocupación por la historia y los valores simbólicos y monumentales de la arquitectura en la ciudad. Así, al final de la década se simultanearon proyectos en Francia de naturaleza postmoderna como Les Arcades du Lac y Le Viaduc en Versailles; Le Palais d’Abraxas, Le Théâtre y L’Arc en Marne-la-Vallée; Les Echelles du Baroque en el distrito XIV de Paris; o Antigone en Montpellier.
De vuelta a España a finales de los 1990, se mantuvo un esfuerzo por la innovación en todas las escalas: desde las propuestas urbanas y las grandes infraestructuras de transporte, como la nueva Terminal 1 del Aeropuerto de Barcelona, hasta la exploración técnica y material de los nuevos sistemas constructivos -siempre aplicados desde un eclepticismo formal desacomplejado y de difícil clasificación.
El gran valor de la arquitectura de Bofill podría resumirse en dos características innovadoras que recorren el conjunto de su obra. Por una parte, la observación humanista que hace replantearse los modelos tipológicos de la arquitectura para proponer nuevas relaciones entre las personas a través de nuevas estructuras de relación de los espacios. Por otra, y en relación a esas nuevas estructuras (y sobre todo durante su primera época), la capacidad para generar espacios y lugares mágicos y trascendentales que reivindican el valor emocional de la arquitectura tras la modernidad.
David H. Falagán
A partir de los años 1970, el interés por la morfología geométrica de las agrupaciones arquitectónicas se unió a una preocupación por la historia y los valores simbólicos y monumentales de la arquitectura en la ciudad. Así, al final de la década se simultanearon proyectos en Francia de naturaleza postmoderna como Les Arcades du Lac y Le Viaduc en Versailles; Le Palais d’Abraxas, Le Théâtre y L’Arc en Marne-la-Vallée; Les Echelles du Baroque en el distrito XIV de Paris; o Antigone en Montpellier.
De vuelta a España a finales de los 1990, se mantuvo un esfuerzo por la innovación en todas las escalas: desde las propuestas urbanas y las grandes infraestructuras de transporte, como la nueva Terminal 1 del Aeropuerto de Barcelona, hasta la exploración técnica y material de los nuevos sistemas constructivos -siempre aplicados desde un eclepticismo formal desacomplejado y de difícil clasificación.
El gran valor de la arquitectura de Bofill podría resumirse en dos características innovadoras que recorren el conjunto de su obra. Por una parte, la observación humanista que hace replantearse los modelos tipológicos de la arquitectura para proponer nuevas relaciones entre las personas a través de nuevas estructuras de relación de los espacios. Por otra, y en relación a esas nuevas estructuras (y sobre todo durante su primera época), la capacidad para generar espacios y lugares mágicos y trascendentales que reivindican el valor emocional de la arquitectura tras la modernidad.
David H. Falagán
Trained between Barcelona and Geneva, Ricardo Bofill (1939) pioneered a multidisciplinary approach to architecture. In 1963 he promoted the formation of Taller de Arquitectura, composed of technical, humanistic and creative people from different disciplines. Their political, social and cultural concerns defined the character of their alternative proposals to the contemporary city and housing. Their speculative and utopian vision of the City in Space materialized in projects such as the Walden 7, the Kafka Castle, the Gaudí District or the Xanadú complex (all of them in Spain), typological alternatives to the spatial grouping of accommodation.
Since the 1970s, interest in the geometric morphology of architectural groups was linked to a concern for history and the symbolic and monumental values of architecture in the city. Thus, at the end of the decade, projects in France of a postmodern nature were combined, such as Les Arcades du Lac and Le Viaduc en Versailles; Le Palais d'Abraxas, Le Théâtre and L'Arc in Marne-la-Vallée; Les Echelles du Baroque in the XIV district of Paris; or Antigone in Montpellier.
Back in Spain at the end of the 1990s, an effort was maintained for innovation at all scales: from urban proposals and large transport infrastructures, such as the new Terminal 1 of the Barcelona Airport, to the technical and material exploration of the new constructive systems -always applied without complex and from a formal eclepticism not easy to classify.
The great value of Bofill's architecture could be summarized in two innovative features that run throughout his work. On the one hand, the humanist observation that makes rethink typological models of architecture to propose new relationships between people through new structures of relation of spaces. On the other, and in relation to these new structures (and especially during its first epoch), the capacity to generate spaces and magical and transcendental places that claim the emotional value of architecture after modernity.
Since the 1970s, interest in the geometric morphology of architectural groups was linked to a concern for history and the symbolic and monumental values of architecture in the city. Thus, at the end of the decade, projects in France of a postmodern nature were combined, such as Les Arcades du Lac and Le Viaduc en Versailles; Le Palais d'Abraxas, Le Théâtre and L'Arc in Marne-la-Vallée; Les Echelles du Baroque in the XIV district of Paris; or Antigone in Montpellier.
Back in Spain at the end of the 1990s, an effort was maintained for innovation at all scales: from urban proposals and large transport infrastructures, such as the new Terminal 1 of the Barcelona Airport, to the technical and material exploration of the new constructive systems -always applied without complex and from a formal eclepticism not easy to classify.
The great value of Bofill's architecture could be summarized in two innovative features that run throughout his work. On the one hand, the humanist observation that makes rethink typological models of architecture to propose new relationships between people through new structures of relation of spaces. On the other, and in relation to these new structures (and especially during its first epoch), the capacity to generate spaces and magical and transcendental places that claim the emotional value of architecture after modernity.