Smiljan Radić
Puente Editores, 2018
Valga la redundancia, a nadie le va a sorprender sentirse sorprendido por los ensayos de Radić, a poco que uno se haya interesado por su manera de hacer arquitectura. Su trabajo no es convencional, ni lo es su manera de escribir. Honestidad y emoción, con algunas dosis de desconcierto, es lo que se encontrará quien decida acercarse a esta colección de ensayos. | Worth the redundancy, nobody will be surprised to be surprised by Radić's essays, if one is interested in his way of doing architecture. His work is not conventional, nor is his way of writing. Honesty and emotion, with some dose of bewilderment, is what will find who decides to approach this collection of essays.
Smiljan Radić es uno de los arquitectos chilenos contemporáneos más singulares, cosa que tiene un gran mérito si tenemos en cuenta la calidad de la generación a la que podríamos decir que pertenece -de la que formarían parte, entre otros, el estudio Pezo von Ellrichshausen, Alejandro Aravena, Cecilia Puga o Mathias Klotz. Su singularidad tiene que ver con la calidad de las obras que ha llevado a cabo (el Teatro Regional Bío-Bío, el Pabellón de la Serpentine Gallery 2014, el Restaurant Mestizo o sus casas chilenas), pero también con su particular y emocional manera de acercarse a la arquitectura.
Radić no es un arquitecto convencional. No busquéis su página web en internet, ni monografías técnicas de sus proyectos con deslumbrantes ensayos fotográficos. La cosa no va por ahí. Sus intereses no se centran exclusivamente en la arquitectura, algo que es patente en sus escritos. Oscar Wilde, Reiner Maria Rilke, Fernando Pessoa, Juhani Pallasmaa, Robert Graves, Cedric Price, Aldo Rossi o David Hockney figuran entre los citados en sus textos. Son textos (extractos de conferencias, de artículos o de catálogos) fragmentados, a veces introspectivos, reflexivos, poéticos, pero también desconcertantes a menudo por lo desbordante de su inspiración.
Se advierten en ellos características de su manera de trabajar: una metodología narrativa en la que se construyen e imaginan personajes y situaciones; una exploración háptica y sensible de la materialidad constructiva; una motivación ecléptica y susceptible de enlaces transdisciplinares diversos.
En definitiva, un mundo propio tan sugerente que casi resulta decepcionante que en el último ensayo (el que da nombre a la publicación), al repasar los lugares que le hubiera gustado visitar, Radić destaque proyectos de arquitectos excelentes, cuando uno esperaría un lista parecida a la de las tierras y lugares legendarios de Umberto Eco. Ello demuestra que la imaginación de Radić no es vacía de materia, sino un canal hacia lo táctil.
David H. Falagán