Georges Perec
Gustavo Gili, 2012
El viernes 18 de octubre de 1974, a las 10:30 de la mañana, el escritor Georges Perec se sentó en un café de la plaza Saint-Sulpice de París. En su libreta empezó a anotar diferentes cosas que veía: un perro basset, una señora que lleva una caja con un pastel, autobuses llenos y vacíos, un hombre con una maqueta de arquitectura, ventanas con luces encendidas, las campanas que repican. | On Friday, October 18, 1974, at 10:30 am, writer Georges Perec sat in a cafe at Saint-Sulpice Square in Paris. In his book began to write different things he saw: a basset dog, a lady carrying a box with a cake, buses full and empty, a man with a model of architecture, window lights, bells that ring.
Estuvo en diferentes locales de la plaza hasta las
18:45. El sábado y el domingo siguió con su observación descriptiva y el
resultado fue el texto Tentativa de agotamiento de un lugar parisino, un breve
ejercicio de estilo sobre la mirada.
Perec recurre al método etnográfico para mirar y
describir lo cotidiano. Apasionado de los espacios, parte de un emplazamiento
singular para ver qué elementos lo integran más allá de los componentes
arquitectónicos. Gente, sonidos, vehículos, edificios, mensajes, sensaciones: la
vida desfila por las páginas con un lenguaje supuestamente neutro y distanciado,
como si Perec fuera un antropólogo que describiera el ritual de una
civilización desconocida. Recuperar esa distancia con los lugares o las
acciones más familiares permite descubrir mundos nuevos que habitan junto a
nosotros, los mil detalles que nuestro cerebro descarta para poder concentrarse
en lo que le hemos enseñado que es lo esencial. Perec habría hecho buenas migas
con el fotógrafo protagonista de la película Smoke, que cada día capturaba la
misma esquina neoyorkina.
Esta Tentativa… sirve para reflexionar sobre la
mirada. En un momento Perec se pregunta “¿por qué cuento los autobuses que
pasan? Sin duda porque son reconocibles y regulares, recortan el tiempo (…) Lo demás
parece aleatorio, improbable, anárquico” y en otro pasaje descubre una grúa
recortada en el cielo que “ayer estaba, pero no recuerdo haberme percatado”. El
lenguaje usado puede ser neutro, pero la mirada nunca lo es. Cada observador
habría reparado en diferentes detalles, habría buscado otros contrastes, y
quizás por eso el autor resalta que el agotamiento en la mirada se queda
inevitablemente en tentativa.
Cuando escribe este texto en 1974, Georges Perec
es ya un escritor de éxito, conocido por jugar con el lenguaje (la novela La
disparution, de 1969, está escrita sin la letra e, la más común en francés),
aunque todavía trabaja como archivero en el CNRS. Su obra cumbre, La vida modo
de empleo aparecería en 1978. Tentativa… fue publicado originalmente en 1975 en
la revista Cause comune, animada por Perec y dedicada al estudio de lo infraordinario,
lo cotidiano. En castellano apareció en una versión argentina en 1992 y ahora
la editorial Gustavo Gili lo ha recuperado en traducción del arquitecto y escritor
Maurici Pla.
Breve y refrescante, Perec nos señala un tipo de
ejercicio de estilo que puede ser muy útil como contrapunto a los procesos
creativos habituales, nos recuerda que lo importante de los lugares es la vida
que circula por ellos y nos hace pensar en los cuarenta años transcurridos
desde que escribiera el texto, cuando por la plaza cruzaba “un ciclista de telégrafos”.
Isabel Aparici