Antón Capitel
Fundación Caja de Arquitectos, 2012
La Fundación ARQUIA sigue regalándonos interesantes aportaciones al pensamiento teórico en torno a la arquitectura. Tras autores de la talla de Juan Antonio Cortés, Ignasi de Solà-Morales o Juhani Pallasmaa, es ahora el turno de Antón Capitel y su ensayo "La arquitectura como arte impuro". | ARQUIA Foundation continues giving us interesting contributions to theoretical thinking about architecture. Following authors such as Juan Antonio Cortés, Ignasi de Sola-Morales or Juhani Pallasmaa, is now the turn of Antón Capitel and his essay "Architecture as impure art".
El texto plantea una hipótesis: "Los arquitectos aprendieron en seguida que los elementos constructivos tenían muchas posibilidades de ser manipulados y convertidos en objetos decorativos y representativos. Mediante el ornato y la manipulación de la construcción como expresión, la arquitectura encontraba una imagen que adquiría así, al menos parcialmente, las condiciones de un vestido, de una máscara". Por tanto, la impureza que promete el título hace referencia a la capacidad compositiva de los elementos constructivos más allá de las necesidades técnicas o funcionales de la arquitectura.
Antón Capitel rastrea buena parte de la historia canónica de la arquitectura occidental identificando algunas de las obras que muestran de una manera más significativa la manipulación de la construcción en favor de la apariencia plástica de las obras. Los primeros ejemplos mostrados (arquitecturas griegas y romanas) son analizados desde una perspectiva teórica que entronca con el pensamiento de Auguste Choisy -la construcción como metáfora representativa. Seguramente es la parte del texto que se relaciona de una manera más coherente con la hipótesis planteada: una lectura contemporánea de las relaciones entre construcción, representación y arquitectura.
A medida que el texto avanza, las interpretaciones mantienen el interés por descifrar la realidad compositiva de una selección de proyectos muy acertada. Sin embargo, la relación explícita entre técnica y composición arquitectónica pierde importancia en favor de una lectura de la complejidad no visible de la realidad formal. Al final del libro, el acercamiento no es solo cronológica, sino también geográfico, gracias al repaso de algunas obras de Francisco de Asís Cabrero, Antonio Fernández Alba o Rafael Moneo.
En conjunto, el libro resulta de lectura amena y bien ilustrada. El texto es accesible, incluso ocasionalmente "poco académico", sin anotación bibliográfica y escaso de notas a pie. Desde luego un estilo que puede permitirse quien ya ha demostrado conocimiento sobrado en la materia y con capacidad para aglutinar una narración que reconcilia al lector con la complejidad, contradicción y, por qué no, impureza de la arquitectura.
David H. Falagán