6 dic 2011

LA VIDA DE LAS CALLES

Muerte y vida de las grandes ciudades
Jane Jacobs
Capitán Swing Libros

Una de las alegrías editoriales del año ha sido la vuelta a las mesas de novedades de Muerte y vida de las grandes ciudades, obra central de Jane Jacobs, bien difícil de conseguir hasta que Capitán Swing Libros la ha rescatado para su catálogo. Este ensayo de estilo periodístico, a medio camino entre el urbanismo, la microsociología y la antropología urbana, tiene como protagonistas absolutos a la ciudad de Nueva York y a sus habitantes, y hace foco sobre las relaciones entre ambos. Periodista de profesión, Jane Jacobs destacó como teórica del urbanismo pero también como activista social en los barrios, incentivando la creación de movimientos sociales, conocidos como grassroots, para paralizar grandes planificaciones que consideraba perjudiciales para la vida de la comunidad, como el Lower Manhattan Expressway. 

Nueva York en 1961: es el centro cosmopolita donde trabajan los publicistas de Mad Men que duermen en sus confortables casas de suburbio, son las aceras pintadas de West Side Story a punto de ser arrasadas por unos planes urbanísticos que intentaban imponer una tabula rasa humana y material en el corazón de la Gran Manzana, tipología de planificación que es la bestia negra de la autora. En esa época Jane Jacobs aun habla de niños jugando en las aceras de la ciudad.

Jane Jacobs describe el ecosistema que la rodea de manera sencilla y con múltiples anécdotas. Mira los parques seguros donde siempre hay gente y los que están desiertos, las aceras con comercios atractivos y las zonas oscuras que todo el mundo evita, los barrios que pierden vecinos y los que tienen larga lista de fans. Todos los capítulos transpiran cotidianidad y son fácilmente transportables a nuestras ciudades digitales, a nuestro entorno cotidiano: por el momento seguimos caminando por las aceras, y el futuro energético apunta a que cada vez tendremos que andar más y que pueden volver a ser ese eje vertebrador de la socialización que eran hace solo unas décadas.
Jacobs habla de nosotros cuando describe el ballet urbano, con calles donde diversos personajes (trabajadores, niños, repartidores, jubilados, etc.) entran y salen de escena en una representación sinfín. Toda esa vida ha estado ahí desde los inicios de la ciudad contemporánea pero fue Jane Jacobs quien le dio entidad como objeto de estudio, quien apuntó que en algo tan común como la vida vecinal radicaba unos de los quid de la cuestión urbanística. Es este uno de los logros más lúcidos de este Muerte y vida de las grandes ciudades. En el presente, la gran cuestión es que todo ese capital de sabiduría ciudadana parece ser poco conocida, menos tenida en cuenta y nada aprovechada por la mayor parte de los estamentos de decisión política, planificadora y arquitectónica. Solo hay que echar un vistazo a algunas reformas urbanas. Una lástima.
Diversidad (de edificaciones, de vecinos, de pequeños comercios, de densidades) es la palabra mágica para Jane Jacobs. Reivindicar el lugar del peatón frente al automóvil y la descentralización administrativa son algunas sus propuestas. Si bien algunas de las recetas que propone para revivir a la ciudad hayan quedado superadas, su descripción certera de la vida urbana es interesante no solo en el ámbito del urbanismo sino de las ciencias sociales. De hecho, su influjo resuena en el discurso sobre las ciudades creativas, en especial en Richard Florida, donde adopta matices más elitistas y economicistas.
Por nueva y esperada, se echa en falta en esta edición de Muerte y vida de las grandes ciudades un poco más de celo editor en la corrección de los textos para que los errores no distraigan la lectura. Así lo merece la propia Jane y los autores y autoras de las presentaciones: Manuel Delgado, Zaida Muxí y Blanca Valdivia; antropólogo, urbanista y socióloga, respectivamente, para ejemplificar el gran alcance de las teorías de Jacobs. En el momento actual, cuando reverdecen movimientos sociales que reivindican las calles y las plazas como lugares de expresión y de socialización, Jane Jacobs parece más presente que nunca.
Isabel Aparici